Temperley (Lomas de Zamora), 8 de diciembre de 2019
Estimado Eduardo Félix Valdés
De mi mayor consideración:
Días pasados usted hizo unas declaraciones respecto a expresiones vertidas por el arzobispo emérito de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en el sentido que quien promueve o facilita la acción de abortar arbitrariamente (“on demand” [“a pedido”], como dicen los angloparlantes, deben ser excomulgados por la Iglesia.
Si no he leído mal, usted sostuvo que “monseñor Aguer es un retrógado”. Dijo además usted que “Francisco no va a estar jamás a favor del aborto, pero no va a excomulgar a nadie. Él va a ver que el mundo sigue, que avanza”, que ““La tendencia es que la Interrupción Legal del Embarazo va a ser ley” y que “La sociedad civil va por un lado y lo religioso va por otro lado. Digo esto siendo que yo no soy un fanático verde, pero entiendo a la sociedad por dónde va”.
- Respecto a que Francisco no va a estar jamás del aborto, es obvio, y que no va a excomulgar a alguien también es obvio, porque el abortista o promotor del aborto se excomulga solo y solito él mismo, lo único que puede hacer el Papa es explicitar públicamente la excomunión o, caso contrario, ser cómplice del crimen (Código de Derecho Canónico, canon 1398). Se llama excomunión latae sententiae, es decir, excomunión automática, que no necesita proceso ni juicio eclesiástico. Pero no es éste el tema que quiero debatir con usted, sino las bases conceptuales sobre las que usted ha calificado a monseñor Aguer de “retrógrado”.
- Para usted, el aborto y su legalización es un avance social, un progreso, y que tarde o temprano va a ser ley. Permítame preguntarle, estimado, ¿por qué es un avance y un progreso matar al hijo antes de que nazca? ¿En qué tradición cultural y jurídica usted se basa para afirmar esto, ya que usted se manifiesta “peronista” y “católico”.
Ahora bien, usted sabe que desde los tiempos del médico griego Hipócrates de Cos (siglos VI-V a. C.), el aborto ha sido considerado un crimen, el asesinato de un niño o niña en el seno materno. Y como siempre fue entendido como un crimen, que lo es, su ejercicio constituye un acto criminal que debe ser penalizado y condenado. Por eso el famoso médico griego, 6 siglos antes de Cristo, lo repudiaba como acto de un médico, por ser un crimen.
Si usted es católico como dice, ¿en que tradición bíblica y doctrinal usted se basa para afirmar que matar al hijo es un derecho? ¿En qué parte de la Biblia está ese supuesto derecho? ¿En qué parte del Magisterio de la Iglesia está fundamentado el aborto como derecho? ¿En qué parte del Catecismo de la Iglesia Católica está estipulado que el aborto es un derecho de la mujer?
Si usted es peronista como dice, ¿en qué parte de la Doctrina Justicialista está instituido el aborto como derecho de la mujer? ¿En qué texto o discursos de Perón y de Eva Perón está afirmado ese supuesto derecho de “matar al hijo”? ¿Acaso no sabe usted que para el Doctor Ramón Carrillo el aborto constituía un delito que debía ser castigado, no tanto en la mujer que abortaba, sino en los profesionales y enfermeras que se prestaban a su implementación? Ramón Carrillo estaba “convencido que el aborto criminal constituye una práctica amoral y delictuosa, aun cuando la tomen a su cargo profesionales en el arte de curar, [por eso el Estado] ha orientado sus esfuerzos hacia la meta de desterrarla para siempre de entre nosotros”[1].
Lo mismo le pregunté al diputado Agustín Rossi, y ahora se lo pregunto también: ¿Usted cree que el Ramón Carrillo era un ignorante o un retrógrado, que ignoraba que matar al propio hijo/a es un derecho? ¿No será que usted está equivocado?
Usted es un cuadro político bien formado, además es un buen jurista, como ha dado pruebas en sus intervenciones públicas. ¿Pero acaso ignora usted que el que inventó que el aborto (matar al hijo) como derecho ha sido el siniestro John Davison Rockefeller III, quien en 1972, en su famoso plan del control de natalidad para Estados Unidos, elaborado por pedido del entonces presidente Richard Nixon, en 1970, afirmó que “las mujeres deben ser libres para determinar su propia fertilidad, que el tema del aborto debe dejarse a la conciencia del individuo involucrado, en consulta con su médico, y que los Estados deben ser animados a sancionar estatutos positivos que promuevan un ámbito claro y positivo para la práctica del aborto a petición?[2].
¿No sabe usted que un años después Mr. Rockefeller III definió explícitamente que “el aborto es el derecho que tiene la mujer para determinar su propia fecundidad”[3], que es lo mismo que usted dice?
Usted, estimado Valdés, se dice “peronista y católico”, pero en este tema tan delicado usted piensa igual y dice lo mismo que el patriarca y promotor del mayor holocausto demográfico que ha conocido la humanidad. Como usted dice, para considerar el tema del aborto usted se “descontruyó”, pero terminó “reconstruyéndose” como oligarca yanqui idéntico a los Rockefeller.
En otras palabras, estimado, el “derecho al aborto” no proviene de la tradición humanista y cristiana que nos caracteriza como justicialistas hispanoamericanos, sino de la pútrida oligarca financiera que el clan Rockefeller representa.
En este sentido, esta pútrida oligarquía financiera que ha institucionalizado al aborto como derecho, al imponer en casi todo el mundo la pena de muerte contra los seres humanos por nacer, absolutamente indefensos y totalmente inocentes de todo crimen, constituye el retroceso-retorno a la época pre-cavernícola, a un salvajismo propio de las bestias.
En este sentido, que usted califique a monseñor Aguer de “retrógrado”, por reafirmar la doctrina cristiana, y lo haga basándose en los principios criminales establecidos por la oligarquía financiera internacional representada por el clan Rockefeller, es evidentemente un acto de esquizofrenia política a la enésima potencia: Aguer no, Rockefeller sí; Aguer no, pero la época pre-cavernícola sí. Salvo que usted piense que los Rockefeller son “humanistas, nacionales y populares”, lo cual resultaría ser un pensamiento esquizofrénico ad infinitum.
¿No se da cuenta que usted habla de Perón, pero predica a John Davison Rockefeller III y su ideología criminal y genocida? ¿Acaso no sabe usted que para este siniestro personaje el aborto es un derecho porque “sólo deben ser traídos al mundo los hijos deseados”[4], lo mismo que usted dice: la mujer tiene derecho a continuar o no con su embarazo, aunque ello signifique el asesinato de su propio hijo. En última instancia, estimado “peronista y católico”, el suyo es un peronismo rarísimo, un “peronismo a la Rockefeller”, un “peronismo” pre-cavernícola.
- Y en tercer lugar, ¿no le parece que legalizar el aborto es implantar la pena de muerte contra seres absolutamente inocentes y absolutamente indefensos, y que la Constitución Nacional impide que una legislación de este tipo pueda ser aprobada, ya que la Convención Americana de Derechos Humanos (incorporada a nuestra Carta Magna) sostiene que “todo ser humano es persona” (como el niño o niña en el seno materno), que “toda persona tiene derecho al reconocimiento de su personalidad jurídica” y a que “se respete su vida a partir del momento de la concepción”, que “nadie puede ser privado arbitrariamente de la vida” y que “no se restablecerá la pena de muerte en los Estados que la han abolido”[5]?
Si usted pretende legalizar el aborto, es decir, implantar la pena de muerte para inocentes e indefensos en el seno materno, ¿no está yendo en contra de la Constitución Nacional y de la Convención Americana de Derechos Humanos, porque no puede implantar la pena de muerte, ya que legalmente no existe ni tiene vigencia en nuestro querido país , la Constitución Nacional lo impide?
Habiendo tanta basura con rostro humano que merece el “premio” de recibir la pena de muerte, usted sólo postula su aplicación en los niños por nacer. ¿En qué parte del pensamiento de Perón o de Evita se ha inspirado, estimado compañero?
Usted es abogado, bien debe saber que ya desde los tiempos del rey babilónico Hammurabi (siglo XVIII a. C.), una de las principales misiones de un gobernante era la de defender al débil de las prepotencias, arbitrariedades y violencias del fuerte y poderoso, y ésta fue siempre una constante en las legislaciones de todos los pueblos y naciones. Hasta en la modernidad el Estado está pensado como árbitro para conciliar intereses enfrentados e impedir que la prepotencia del más fuerte se imponga sobre el más débil.
Para el clan Rockefeller y el poder oligarca y plutocrático que representa, el Estado debe estar al servicio del más fuerte y, en este caso en particular, colaborar y cooperar en el asesinato de los niños por nacer. Usted está de acuerdo con esto, ¿y se dice “peronista y católico”?
Le reitero lo mismo que le expresé al diputado Agustín Rossi: En su discurso del 1º de mayo de 1974, ante la Asamblea Legislativa, Perón sostuvo (y sigue sosteniendo) que el Justicialismo desea llevar a cabo una revolución, pero una revolución en paz, sin que cueste la vida de ningún argentino. Con su propuesta a favor de la legalización del aborto, ¿no parece que usted apoya la idea de “edificar” una sociedad fundada en la eliminación sistemática y arbitraria, antes de que nazcan, de los seres humanos que vienen al mundo, porque parece ser que usted cree que se pueden eliminar los seres humanos de los que no se desea su existencia, tal como lo ha impuesto dogmáticamente John Davison Rockefeller III. Permítame preguntarle: ¿por qué entre Perón y Rockefeller usted elige a este último? ¿Acaso considera que Perón “ya fue”?
Millones de compatriotas, conocidos y anónimos, han ofrendado su vida y derramado su sangre para fundar una Argentina justa, libre, soberana, digna y abierta al mundo. La infame plutocracia financiera internacional pretende fundar un mundo sobre el asesinato de millones de seres humanos antes de nacer, para disfrutar “en paz” de las riquezas que se han robado en estas últimas décadas. Perón y Eva Perón se enfrentaron a ese poder inmundo y antihumano, para que el pueblo sea feliz y todo habitante en nuestro país viva una vida digna. Levantar en su nombre las banderas de sus enemigos y enemigos de la raza humana es la peor de las infamias que los que nos decimos justicialistas podemos cometer, es un crimen y una traición que claman al cielo.
Y para mayor información suya, ¿sabe usted quién afirmó que el aborto es el asesinato de un ser humano, de un bebé? Lo reconoció en 1952 la mismísima Federación Internacional de Paternidad Planificada (IPPF), la red británica abortista más grande del mundo, subsidiada y subvencionada en un 80% de su presupuesto por gobiernos nacionales y por fundaciones fuertemente vinculadas al poder financiero internacional[6].
Hoy, las mentes podridas y las almas muertas de los que se profesan “progresistas” promueven el asesinato que los promotores mundiales del aborto reconocen abiertamente.
Concluyendo, estimado Eduardo, la legalización del aborto es un proyecto de genocidio continuo de la más reaccionaria de las oligarquías parasitarias que haya conocido el mundo, es un proyecto político criminal y cobarde. ¿Usted pretende hacernos creer que eso es “militancia peronista”? Me parece que tomó de la mala.
Con toda humildad, me permito recomendarle que vuelva a Perón, a Evita y a Carrillo, don Eduardo, y evítese la esquizofrenia política de llevar en una mano la camiseta peronista y en la otra la ideología genocida de los Rockefeller. No impulse el genocidio del Imperialismo Internacional del Aborto enarbolando un trapo “peronista”. En todo caso, no cometa el mismo acto tramposo de presentar la cuestión del aborto como una discusión entre la “sociedad civil” y la Iglesia, el problema de fondo es entre Rockefeller o Perón, estimado, entre una hiena-rata o un mensajero de la paz y de la vida. Usted lo sabe bien, Eduardo, no se puede unir el mal y el bien, pretender hacerlo es delirio esquizofrénico, además de una estafa política incalificable e inadmisible. O Rockefeller o Perón.
Quedo a su disposición, y reafirmando nuestra concepción justicialista “simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista” lo saludo atte. en Dios, nuestra querida Argentina y Perón
José Arturo Quarracino
P.D.: permítame acercarle el pensamiento retrógrado de Ramón Carrillo sobre los niños, que ya tienen el derecho de ser protegidos antes de nacer. Affte.
LOS DERECHOS DEL RECIÉN NACIDO
- Derecho a tener padre y madre.
- Derecho a ser deseado y recibido con alegría y tranquilidad.
- Derecho a que se le suministre el mejor alimento: la leche de su propia madre.
- Derecho a que se le eduque desde su nacimiento.
- Derecho a que se investiguen las causas de su llanto.
- Derecho a la luz, al sol y al aire libre.
- Derecho a tener un ajuar adecuado y limpio.
- Derecho a dormir solo en su cuna.
- Derecho a no ser juguete de los mayores.
- Derecho a la higiene.
- Derecho a la asistencia médica.
- Derecho a que sus padres sepan cómo se desarrolla.
[1] Ramón Carrillo, “Al margen de la ley”, Subsecretaría de Informaciones de la Nación, 1951.
[2] Rockefeller Commission Report, Population Growth and the American Future, New York 1972, Chapter 11. Ver en: http://www.population-security.org/rockefeller/001_population_growth_and_the_american_future.htm. La última cita es repetida literalmente por todas las feministas que promueven el aborto como derecho legal, seguro y gratuito. Toman como modelo de mujer y del ejercicio de su libertad el esquema del macho Rockefeller.
[3] John Davison Rockefeller III, La Segunda Revolución Norteamericana, Algunas observaciones personales, Ediciones Tres Tiempos, Buenos Aires 1975, p. 55.
[4] Rockefeller Commission Report, Population and the American Future, New York 1972, Chapter 11
[5] Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969), Arts. 1 a 4.
[6] https://josequarracino.wordpress.com/2019/07/04/paternidad-planificada-en-1952-el-aborto-mata-la-vida-de-un-bebe/