¿Aborto y “justicia social”? Plutocracia abortista – Carta abierta a Mariana Carbajal

Temperley, 3 de junio de 2019

Estimada Mariana Carbajal ¿de Rockefeller):

Le escribo estas líneas, para comentar algunos aspectos de su artículo “Aborto y justicia social”, publicado el 29 de mayo en el diario Pagina12 (en https://www.pagina12.com.ar/196889-aborto-y-justicia-social?cx_testId=2&cx_testVariant=cx_1&cx_artPos=2#cxrecs_s), dado que usted une dos conceptos absolutamente antagónicos entre sí, porque matar a un hijo antes de nacer nunca puede ser un acto de justicia social, más bien es la máxima injusticia de todas. Llamativamente, en esta cuestión usted piensa en forma idéntica al padre y patriarca del genocidio abortista, John Davison Rockefeller III, y repite textualmente sus mismas palabras[1]. En este sentido, es paradójico y contradictorio lo que usted plantea, porque aunque se pretenda progresista y de avanzada usted piensa igual que los oligarcas híper capitalistas estadounidenses.

En primer lugar, usted habla del “derecho al aborto legal”, etc., ¿pero podría informarnos cuál es la fuente jurídica en la que esté estipulado que matar al hijo antes de que nazca es un derecho, es decir, que el aborto es un derecho? Es cierto que a nivel internacional se habla mucho del derecho a matar (aborto), pero no existe ningún documento oficial de organismos supranacionales -ONU, por ejemplo,- , por ejemplo,- , en el que se proclame el aborto como derecho.

En este caso, lamento informarle que, a falta de un pronunciamiento oficial, hubo quien ya en la esfera privada proclamó en el año 1972 que el aborto -matar al propio hijo antes de que nazca- es un derecho: fue el Rockefeller mencionado líneas arriba, al afirmar que “las mujeres deben tener la libertad de determinar su propia fertilidad, la cuestión del aborto debe ser dejado a la conciencia de la mujer involucrada, en consulta con su médico, [… y] los Estados deben ser alentados a aprobar estatutos objetivos que creen un marco claro y positivo para la práctica del aborto a petición”[2]. Al año siguiente, en 1973, este mismo personaje reiteró que “el aborto es el derecho que tiene la mujer de determinar su propia fertilidad”[3], sobre la base del supuesto “principio ético” según el cual “sólo deben ser traídos al mundo los hijos deseados”[4].

En definitiva, usted piensa igual que los Rockefeller, en el sentido que el aborto es el derecho de matar al hijo. ¿Por qué entonces usted se considera progresista y ve en el aborto un avance y un progreso, si es idea y ejercicio político de la plutocracia financiera internacional que el clan Rockefeller representa?

En segundo lugar, usted afirma que el aborto es “un problema de salud pública y además, de justicia social”, ya que es una práctica que “atraviesa todos los sectores sociales”, en el sentido que “las mujeres y personas con capacidad de gestar más ricas y las más pobres abortan”, pero con diferencias, ya que “quienes no tienen recursos, quienes se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad, son las que pagan con su cuerpo y con su vida las consecuencias de la clandestinidad”.

Pero de nuevo usted coincide con la ideología abortista oligarca y con el señor Rockefeller III: que el aborto no es un crimen infame cometido contra el ser más indefenso e inocente de todos, sino que es un problema de salud pública también lo dijo en el año 1972 John Davison Rockefeller III, junto con su séquito de plutócratas: “[Creemos que el aborto no debe ser considerado un sustituto del control de la natalidad, sino (que se lo debe considerar) como un elemento en un sistema general de cuidado de la salud materna e infantil][5].

Sorpresa, estimada: de nuevo, por segunda vez, usted piensa igual que los Rockefeller, por lo tanto vale pregunta: ¿en qué sentido usted es progresista, si piensa igual que la plutocracia parasitaria yanqui que encarnan los Rockefeller?

     

En tercer lugarque el aborto es un problema de justicia social y que perjudica la libertad de las mujeres al no poder disponer del propio cuerpo ni de la propia vida es lo mismo que piensa el señor John Davison Rockefeller III y la plutocracia financiera angloamericana: “las diversas prohibiciones contra el aborto en todo el país son como obstáculos para el ejercicio de la libertad individual: la libertad de las mujeres para tomar decisiones morales difíciles basadas en sus valores personales, la libertad de las mujeres para controlar su propia fertilidad y finalmente, la libertad respecto a los pesos de la maternidad no deseada. Los estatutos restrictivos también violan la justicia social, porque cuando el aborto está prohibido, las mujeres recurren a abortos ilegales para prevenir nacimientos no deseados. Los abortos médicamente seguros siempre han estado disponibles para los ricos, para aquellos que podrían afrontar los costos elevados de los médicos y los viajes al extranjero; pero la mujer pobre se ha visto obligada a arriesgar su vida y su salud con remedios populares y profesionales de dudosa reputación”[6].

En definitiva, estimada Mariana, por más que usted se pretenda progresista y considere que “despenalizar y legalizar el aborto es un tema de salud pública, derechos humanos y sin, dudas, justicia social”, ¿la realidad no muestra que lo que usted promueve y promociona es la ideología genocida de la gran plutocracia oligarca internacional, la ideología genocida de los multimillonarios dueños y patrones del infame capitalismo especulador y depredador?

En última instancia, ¿no es evidente que usted estaría colaborando con los multimillonarios del mundo a favor de su política genocida, ya que repite literalmente sus argumentaciones criminales? ¿Usted piensa como los Rockefeller y cree que está promoviendo una política progresista? ¿De qué progreso está hablando?

En cuarto lugar, ¿usted es miembro-socia del CELS, que preside el señor Horacio Verbitsky? En tal caso, ¿usted no está enterada que a este organismo lo subvencionan, entre otros, la Embajada Británica en Buenos Aires, el Foreign Office, la Fundación Ford, la National Endowment for Democracy, la International Planned Parenthood Federation (Región del Hemisferio Occidental), la
International Women’s Health Coalition, la Open Society Foundations (George Soros/Banca Rothschild)? ¿No está enterada usted que las tres últimas instituciones mencionadas son activos acompañantes y donantes de cuantiosos fondos para imponer la pena de muerte a los niños por nacer? Usted se “sentirá” muy progresista y de avanzada, pero en realidad lo que usted hace es funcional y favorable al genocidio abortista implementado en casi todo el mundo? ¿A título de qué progreso usted promueve la pena de muerte abortista, en absoluta coincidencia con el plan genocida de los “ricos del Universo”? ¿Es a título oneroso o gratuito que usted colabora con instituciones multinacionales británicas y estadounidenses para imponer el genocidio demográfico para que el capitalismo financiero internacional, depredador y criminal, pueda “gozar en paz de su rapiña?

¿Le parece que usted puede reivindicarse como “progresista”, si trabaja en absoluta armonía con los depredadores de la riqueza mundial y promotores del más grande genocidio que ha conocido la historia humana? ¿Se puede ser “progresista” y estar al servicio de políticas que promueven el capital financiero internacional y el Imperio Británico?

My lady, la saludo atte.

 

José Arturo Quarracino

DNI: 10.801.385

[1] Rockefeller Commission Report, Population and the American Future, Chapter 11, New York, 1972.

[2] Ibidem: “women should be free to determine their own fertility, that the matter of abortion should be left to the conscience of the individual concerned, in consultation with her physician, and that states should be encouraged to enact affirmative statutes creating a clear and positive framework for the practice of abortion on request”.

[3] John Davison Rockefeller III, The Second American Revolution, New York 1973, Harper & Row Publisher, p. 64; La Segunda Revolución Norteamericana, p. 55.

[4] Rockefeller Commission Report, Population and the American Future, Chapter 11: “[,,,] all Americans, regardless of age, marital status, or income, should be enabled to avoid unwanted births. Major efforts should be made to enlarge and improve the opportunity for individuals to control their own fertility, aiming toward the development of a basic ethical principle that only wanted children are brought into the world”.

[5] Ibidem: “We believe that abortion should not be considered a substitute for birth control, but rather as one element in a comprehensive system of maternal and infant health care. For many, the very need for abortion is evidence of a social and personal failure in the provision and use of birth control”.

[6] Ibidem: “the various prohibitions against abortion throughout the United States stand as obstacles to the exercise of individual freedom: the freedom of women to make difficult moral choices based on their personal values, the freedom of women to control their own fertility, and finally, freedom from the burdens of unwanted childbearing. Restrictive statutes also violate social justice, for when abortion is prohibited, women resort to illegal abortions to prevent unwanted births. Medically safe abortions have always been available to the wealthy, to those who could afford the high costs of physicians and trips abroad; but the poor woman has been forced to risk her life and health with folk remedies and disreputable practitioners”.

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